TARDE DE DOMINGO EN LA ISLA DE LA
GRANDE JATTE
Aunque os cueste creerlo yo soy uno de los personajes
de este famoso cuadro de Seurat. Como en el cuadro aparecen muchas personas os
voy a dar algunas pistas: soy una niña, no voy vestida de blanco y estoy
corriendo. Supongo que ya me habéis encontrado. Lo que no sabéis es por qué
corro.
Empecemos
desde el principio. Era una tarde de domingo soleado en la isla de la Grande
Jatte. Yo estaba tranquilamente leyendo, cuando, de repente, levanté la vista y
te vi, paseando de la mano de tu madre, que te protegía del sol con un
paraguas. Me acerqué y te dije al oído: ¿jugamos?
Me
miraste pensativa y enseguida me preguntaste: ¿cómo te llamas?
-
Me llamo Elsa, ¿y tú?
-
Yo me llamo Juana, ¿jugamos?
-
Sí, ¿a qué quieres jugar? ¿Sabes jugar al pilla-pilla?
Te
respondí que sí y empezamos a jugar cuando… ¡CATAPUM!
Una
bomba cayó de un avión. ¡La tercera guerra mundial había comenzado!
Todo
el mundo empezó a correr escapando de un montón de explosiones… ¡PUM! Me
caí y me hice daño en la pierna derecha.
Juana
me ayudó a levantarme y seguimos huyendo de allí. Los niños corrían sin mirar
atrás y las personas se metían en el río Sena, como si fuera la última cosa que
harían.
No
sabíamos que hacer, hasta que un perro nos empezó a ladrar y nos guio hasta un
lugar seguro, la madre de Juana que estaba por allí vino con nosotras.
Afortunadamente,
el paraguas de la madre de Juana empezó a volar como el de Mary Poppins. ¡Fue
espectacular!
Seguidamente,
llegó un agente secreto de Turquía para defenderles. El agente turco empezó a
transformar las bombas en perritos calientes y en paraguas como los que tenía
Juana. Como esos paraguas eran voladores, la gente los cogió y salió volando. Como
volaban, las bombas no les podían alcanzar.
De
repente, todos los árboles del jardín empezaron a abrirse como si tuvieran
boca, y todos los que quedábamos en tierra nos metimos dentro de ellos. Juana y
yo nos metimos juntas en uno. Se trataba de bunkers enormes donde había comida
y bebida.
Como
no se podían resistir a probar esa comida, jugaron al “piedra, papel o tijera”
para ver quien comenzaba a comer. Al final ganó Juana, pero justo cuando iba a
probarla la comida desapareció.
-
¿Qué está pasando? ¿Por qué desaparece la comida? – preguntó Juana con cara de
sorpresa.
Les
pareció todo muy raro, así que salieron a investigar, y al salir, descubrieron
algo impresionante.
Parecía
que se habían salvado cuando se dieron cuenta de que un virus había empezado a
contagiar a toda la población y solo unas pocas personas se salvaron.
Elsa
y Juana decidieron inventar una cura contra el virus con ayuda de unos
científicos que había por el parque. Tardaron un mes en fabricarla. Pusieron la
cura en el agua, y de esa manera, todo el que la bebía se inmunizaba del virus.
Todos
se salvaron y todo salió bien. Juana y Elsa se hicieron famosas por salvar a la
gente y les dieron una medalla y un título de enfermería en reconocimiento por
su gran labor.
¡Y así todos vivieron felices y comieron
perdices!
FIN